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Chapter 2 - El Precio de una Vida

¿Es curioso, verdad? Tener una vida tranquila, con metas para el futuro; unos padres y hermanos que te amaban, una bonita amistad y una chica hermosa de quien estabas enamorado… para que todo llegue a su fin en cuestión de segundos.Para Yuki, fue un acto del cual nunca se arrepentiría: salvar a alguien que, para la chica de sus sueños, era lo más valioso… su madre.Sacrificar tu vida para salvar otra es algo que no muchos harían.

Las personas que estaban cerca del accidente, asustadas y confundidas, observaban la escena con incredulidad. Algunos quedaron traumatizados por lo que estaban presenciando.Muchos resultaron heridos dentro del autobús, pero solo hubo un muerto. Ese… fue Yuki.

Sara no quería aceptar lo que estaba sucediendo. Intentó hacer que Yuki se levantara, gritó, pidió ayuda.Pero al ver el estado en que se encontraba su mejor amigo—como si fuera una escena sacada de una película de horror, llena de sangre y dolor—, no soportó más.Y simplemente... se desmayó.

Alejándonos del lugar del caos para observar la escena desde lo más lejos, se podían ver los edificios y, a unas cuantas calles, las ambulancias y los carros de policía intentando llegar al sitio del accidente.Todo eso sucedía mientras Yuki, ya en el nuevo mundo, trataba de analizar lo que le ocurría. Sus pensamientos lo carcomían.

—¿Dónde estoy? Aún no siento mi cuerpo... Es como si estuviera adormecido... ¡Suéltenme! —gritaba en su mente.

Yuki se movía poco a poco, pero su cuerpo era ahora el de un bebé.La mujer que lo sostenía comenzó a reír y a conversar con el hombre a su lado. Entre risas, mencionaron que ya habían decidido los nombres de sus hijos.

Yuki estaba confundido, y era normal. Intentaba forcejear, trataba de hablar, pero para los adultos solo parecía que el bebé balbuceaba de manera incoherente.

—¿Cómo llegué aquí...? —se preguntó a sí mismo, aún más confundido.

No entendía nada. Recordaba que, al morir, simplemente vio cómo su visión se oscurecía poco a poco, hasta dejar de oír incluso la voz de Sara.Pasaron unos minutos de completo silencio en la oscuridad... hasta que, de pronto, apareció una diminuta luz.Conforme avanzaba, la luz se hacía más y más grande, tan intensa que Yuki no pudo soportarlo.Al parpadear rápidamente, fue cuando vio a la mujer y al hombre que ahora lo sostenían.

—Querido, nuestro hijo se llamará Ash. Tiene un bonito significado: "Afortunado", y también me recuerda a ti y a la vida que construiremos juntos —dijo la mujer, sonriendo mientras mecía al bebé en sus brazos para calmarlo.

Fueron las palabras que hicieron que Yuki —ahora Ash— entendiera que aquella mujer era su madre, y que a partir de ese momento su nombre sería Ash.

—Y nuestro segundo hijo se llamará Kai, que significa "Triunfo". Estoy segura de que tendrá un futuro grandioso por delante —añadió el hombre, con una sonrisa de orgullo.

Ash, tras escuchar la conversación de sus padres y ver lo felices que estaban, notó que también tenía un hermano.Dejó de hacer berrinche para llamar su atención, y se sumió en sus pensamientos.

—Relájate, Yuki... Aún no sé si podré volver o no, ya que técnicamente morí, pero ahora estoy aquí, en un cuerpo que no es mío, en un lugar desconocido, con personas que dicen ser mis padres... y un hermano que, ahora que lo noto, es demasiado tranquilo. No lo vi llorar ni hacer escándalo... pero da igual. Primero, tendré que dejar a un lado el pasado y tratar de averiguar todo lo que pueda y entender cómo llegué aquí.

Un plan muy sensato para Ash.Sin necesidad de presionarse sobre cómo regresar o qué hacer, lo más óptimo era adaptarse a su nueva realidad y, después, buscar respuestas.Hasta que llegue ese momento, debía repetirse a sí mismo que ya no podía regresar... que estaba muerto.¿En realidad había muerto, o acaso todo era una ilusión?

—Hola, mi niño hermoso. Saluda a tu madre, Morgana.

—Mira, bebé, él es tu padre, Ragnar —rió la mujer—. Y a partir de hoy tendremos la vida que tanto deseamos. La familia Starwind crecerá más y más.

Fueron las palabras de los nuevos padres de Ash.Él solo pudo observar cómo ambos irradiaban felicidad al sostenerlos en brazos. El ambiente del cuarto era cálido, lleno de paz y amor, mientras mecían a los bebés y les cantaban suavemente, sonriendo de oreja a oreja.

Sin embargo, en lo profundo del bosque, donde la oscuridad dominaba, susurros apenas audibles se extendían en el aire:

—Eres tú...

—Por fin llegaste...

—Esto apenas comienza...

—Debe morir...

—Por culpa de ellos, todo este mundo es un caos...

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