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Chapter 25 - Yo no soy el típico héroe que salvará al mundo

El tiempo selló los susurros de aquellos que alguna vez anhelaron la resurrección.

Y ahora, dio paso a una nueva alma atormentada, alguien que buscaba el dolor como si fuera felicidad.

Para él, los cuentos de hadas no eran más que ilusiones rotas.

—Bienvenido, Hideki —susurraron dos voces en la penumbra, mezclándose como un eco lejano.

—¿Dónde estoy...? Se supone que morí... ¿o esto es un sueño?

—No es un sueño —respondió una voz femenina, mientras una chica de sonrisa enigmática lo observaba de cerca—. Has sido convocado como un héroe... uno que salvará al mundo de la destrucción inminente.

—¿Héroe? No entiendo nada. Además... ¿por qué no veo mi cuerpo? Sólo soy... ¿un espíritu?

—Bueno —intervino otra voz, más juguetona—, al momento de tomar tu alma, no pudimos rescatar tu cuerpo. Y siendo sinceras... —rió ligeramente— ese cuerpo ya no servía para mucho.

Hideki, aún mareado y con la visión borrosa, murmuró:

—Qué estúpido sueño estoy teniendo... Pero bueno... esto es mejor que ese mundo de porquería...

Lentamente, sus sentidos comenzaron a enfocarse. Delante de él, dos chicas de belleza imposible lo observaban. Sus vestimentas, provocativas y reveladoras, parecían desafiar cualquier ley divina.

—¿Qué quieren de mí? ¿Quiénes son ustedes? —preguntó finalmente.

—Yo soy Yuzuriha, diosa de la Vida —dijo la primera, inclinando ligeramente la cabeza con elegancia.

—Y yo soy Kurohime, diosa de la Muerte —añadió la otra, sonriendo con una mezcla de dulzura y peligro.

—Te necesitamos, Hideki —continuó Yuzuriha, su tono volviéndose más serio—. Debes viajar a un mundo de magia y fantasía... y sellar el poder de las Hijas del Dios Dragón.

Si fallas... su maná desbordado destruirá todo a su paso.

Y esta vez, no habrá otro héroe que lo impida.

—Creo que cuando despierte... dejaré de leer mangas y ver anime de isekai —murmuró Hideki, llevándose una mano inexistente a la cabeza—. Tener sueños así ya es demasiado patético, incluso para mí.

Suspiró con resignación antes de mirar a las diosas.

—Así que... ¿tengo que ir, sellar su poder y ya? ¿No necesito armas ni habilidades especiales? ¿Algo así?

—Por supuesto —respondió Yuzuriha, la diosa de la Vida, con una sonrisa serena—. Pero antes... ¿no quieres saber más sobre por qué el mundo podría ser destruido por el maná de esas chicas?

—Aburrido. Mejor hablemos de los poderes, las armas... y, por cierto, de un nuevo cuerpo —dijo Hideki, encogiéndose de hombros con desdén.

Las diosas lo observaron en silencio, sorprendidas.

Aquel chico era muy diferente a lo que esperaban.

No había miedo en su mirada, ni preguntas interminables, ni promesas heroicas.

Simplemente aceptaba todo... como si nada tuviera importancia.

Era extraño. Demasiado extraño.

—Está bien —dijo finalmente Kurohime, la diosa de la Muerte, cruzando los brazos—. Yo te otorgaré la oportunidad de volver a la vida una vez... en caso de que mueras.

—¿Eso es en serio? —Hideki soltó una carcajada seca—. ¿Para qué quiero ese poder estúpido? ¿Y sólo una vez?

Mínimo podrían ser... no sé, ¿cincuenta o cien veces? ¿Algo decente?

—¿Y si simplemente lo eliminamos y elegimos otra alma? No creo que haya mucho problema —murmuró Kurohime, mirando de reojo a su hermana.

—¡Las estoy escuchando, ¿saben?! —interrumpió Hideki, mirándolas con fastidio.

—No le hagas caso —sonrió Yuzuriha, como si ignorara la tensión—. Mi hermana se enoja muy rápido. Y por supuesto, además de la resurrección, te daremos muchas habilidades y atributos.

El poder que ella te dio sólo es tu habilidad principal.

—Sigue siendo patético —bufó Hideki—. ¡Ni siquiera se parece a algo útil como el "Return by Death" de Subaru!

En fin, mejor sigamos con los demás poderes... y olvidemos a la diosa inservible.

—¡Te juro que voy a destruirte, simple humano! ¿Quién te crees que eres? —gritó Kurohime, roja de furia.

Hideki, sin inmutarse, le dedicó una mirada aburrida... como si discutiera con una niña caprichosa.

—Hermana, tranquilízate un poco —dijo Yuzuriha, suspirando—. Intenta entenderlo... él es un otaku completo. Por eso dice esas tonterías.

—¡Sí, sí! ¡Pero tengo razón! —refunfuñó Hideki, inflando el pecho—. Bueno, sigamos con los poderes, por favor. ¡Necesito estar más roto que Shadow!

—Ya que nuestras bendiciones te parecen patéticas —dijo Yuzuriha, cruzándose de brazos—, te daremos libertad.

Elige tú mismo tus poderes y habilidades.

—¡Eso me gusta! —exclamó Hideki, sonriendo de oreja a oreja—. ¡Por eso eres mi diosa preferida!

Aprende de ella, diosa de la muerte.

—Está bien, está bien... pero deja de mirarme los pechos —gruñó Yuzuriha, sonrojándose ligeramente—. Me haces sentir un poco rara.

—¡Lo raro es que ustedes dos estén casi desnudas! —protestó Hideki, señalándolas—. ¡Y que este lugar parezca una habitación de motel! ¡Hasta hay una cama con una almohada que dice "Yes"!

Eso sí es raro.

—Bueno... —Yuzuriha desvió la mirada, incómoda—. Pensamos que sería más difícil convencerte.

Has tenido una vida muy trágica en Japón... y, como eras un otaku que veía mucho manga +18, se nos ocurrió que podríamos seducirte.

—¡Pero nos equivocamos contigo! —gruñó Kurohime, molesta—. ¡Eres un completo idiota! ¡No pienso darte ninguna bendición!

—Este sueño sí que está potente... —Hideki soltó una risa floja mientras se dejaba caer sobre la cama—.

Pero bueno... me está empezando a gustar.

Cerró los ojos un instante, disfrutando el mullido colchón, antes de agregar:

—¿Saben? Estoy pensando seriamente en no salvar el mundo. Además, ¿por qué debería hacerlo yo? Seguro hay otras personas más capacitadas, ¿no?

—¡No vamos a caer en tu juego! —respondió Yuzuriha, firme como el acero—. Si te niegas, te eliminaremos... y buscaremos a otro. ¿Entiendes?

—A eso... —dijo Hideki, sonriendo de manera pícara— se le llama poder femenino.

Creo que me estoy empezando a enamorar.

—Qué asco —susurró la diosa de la Muerte, frunciendo el ceño.

—Sabes que siempre que dices algo sobre mí... te escucho, ¿verdad? —replicó Hideki, girando la cabeza hacia ella.

—Me da igual. Eres tan repugnante que llamarte "insecto" sería una ofensa... para los pobres animalitos —espetó Kurohime, con frialdad.

—¿Escuchaste eso, diosa de la Vida? —Hideki fingió estar herido en el alma—. Yo solo quiero ayudarlas, y ella me trata así. No merezco este desprecio.

—Kurohime, contrólate —intervino Yuzuriha, masajeándose las sienes—. Estamos aquí por algo importante.

—Sí, eso... ¡contrólate! —añadió Hideki, sonriendo con descaro—. Eres tan sofocante que me estás desesperando.

—¡Y tú deja de provocarla! —replicó Yuzuriha, apuntándolo con el dedo.

—¡Pero si no la estoy provocando! —dijo Hideki, encogiéndose de hombros—. Solo estoy diciendo la verdad.

Fue entonces que Kurohime, consumida por la rabia, perdió el control.

Sin darse cuenta, materializó el cuerpo físico de Hideki.

En un parpadeo, se abalanzó sobre él, lo tiró sobre la cama y, montándose encima suyo, lo miró de cerca con furia desbordante.

—¡Juro que te mataré, maldito humano! —espetó, apretando los dientes.

—¿De forma romántica o agresiva? —sonrió Hideki, mirándola sin miedo—.

Yo prefiero la agresividad... así que, si puedes, asfíxiame con esos senos voluptuosos que tienes.

—Ok... —Yuzuriha suspiró, llevándose una mano a la frente—.

Estoy empezando a sentirme incómoda.

Si quieren, los puedo dejar solos...

—¿Por qué no te unes? —preguntó Hideki, guiñándole un ojo—. Podríamos hacer un trío. Sería muy divertido, ¿no crees?

—Paso, pero gracias por la oferta —dijo Yuzuriha con una sonrisa forzada, dándose media vuelta.

Mientras tanto, la diosa de la Muerte, roja como un tomate, trataba de recomponerse.

—¡No es lo que parece, hermana! —exclamó, bajando de la cama apresuradamente—.

¡Yo... yo solo quería matarlo! ¡Me dejé llevar por la ira!

—¡Tiene razón! —gritó Hideki, riendo mientras la diosa de la Muerte lo apretaba con fuerza—.

¡La ira puede hacer que las personas se descontrolen un poco! ¡Así que, vamos, asfixiame con esos pechos tuyos!

—¡Eres un maldito pervertido! —Kurohime no tardó en golpearlo en la cara, furiosa, y comenzó a ahorcarlo.

¿Qué esperabas, idiota?

Mientras tanto, Yuzuriha observaba la escena con una mezcla de vergüenza y asombro, al ver cómo su hermana se descontrolaba.

Poco a poco, comenzó a alejarse, escuchando a Hideki decir:

—Vamos, golpea más fuerte, ¡y usa los pechos! ¡Sé que puedes hacerlo!

La diosa de la vida no pudo evitar un suspiro de frustración.

—¿A dónde vas, hermana? —preguntó, sin dejar de mirar la escena.

—Bueno... creo que olvidé algunos asuntos que tenía pendientes —respondió Yuzuriha, mientras se daba la vuelta—.

Pueden seguir ustedes, yo volveré más tarde. No se preocupen por mí.

—¡Vamos, continúa! —dijo Hideki, riendo entrecortadamente—.

Pero... ya no me golpees tanto, este cuerpo no sé si resista.

Kurohime, aún roja de furia, se giró hacia su hermana con una expresión furiosa.

—¡Hermana, no es lo que estás pensando!

Luego, su mirada se endureció. —Mejor lo eliminamos con la Candela de Hades.

Así sufriría más.

—¡Oye! —Hideki se quejó, frunciendo el ceño—. Tampoco hay que llegar a esos extremos.

¡Eres un poco sádica, ¿sabías?

Kurohime lo miró con odio.

—Si no te callas, lo haré. Y te aseguro que no será bonito.

Yuzuriha suspiró, con un aire de cansancio.

—Bueno, yo me voy —dijo, alejándose rápidamente—.

Es estresante tener que lidiar con estas cosas estúpidas de ustedes dos.

Así que, sigamos... cuando le otorgue los poderes y habilidades a Hideki.

Hideki se acomodó en la cama, mirando a la diosa de la vida con una sonrisa burlona.

—¡Vamos, dámelos de una vez!

Y no olvides añadir algo roto, ¡quiero ser el más OP de este mundo!

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