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Chapter 136 - Capítulo 26: Café y Control en Bangkok

El aire de Bangkok golpeó a Ryuusei, Brad y Bradley como un muro húmedo y perfumado al salir del aeropuerto. Después de las temperaturas frescas de Europa y el aire reciclado del avión, el calor tropical era un shock sensorial. Olía a sudor, a especias, a escape de motos, a flores exóticas y a algo indefinible que era puramente asiático. Las multitudes se movían en un torbellino constante, un ritmo frenético que hacía que el paso normal pareciera detenido.

—Santo cielo —murmuró Bradley, sus ojos saltando en todas direcciones, abrumado por la velocidad del entorno, aunque fuera una velocidad humana ordinaria—. Esto es... ruidoso. Y caliente. Mucho más caliente que en casa.

"Casa" para Bradley era el apartamento solitario en Holanda, el restaurante tailandés donde trabajaba, los suburbios planos y ordenados que ahora parecían increíblemente distantes. Ryuusei lo notó. A pesar de su velocidad, a veces las realidades más simples parecían golpearlo con más fuerza.

Brad soltó una risa corta, el sonido perdido casi de inmediato en el bullicio. —Acostúmbrate, chico rápido. Esto es el caos. Tu tipo de ritmo, ¿no?

—No exactamente —respondió Bradley, moviendo la cabeza—. Mi ritmo es... diferente. Esto es solo... mucho. En todas partes.

Consiguieron un transporte, un taxi que se abrió paso a bocinazos por el tráfico caótico. Mientras atravesaban la ciudad, Ryuusei los puso al día sobre Kaira.

—Kaira Thompson —dijo Ryuusei, su voz tranquila a pesar del ruido exterior—. Quince años, casi dieciséis. Bangkok. Su habilidad es el control de personas. Directo. Puede hacer que hagan lo que ella quiere. No se sabe el alcance, si necesita contacto visual, proximidad... solo que es efectiva. Y lo más importante: no confíen en su apariencia. Ryuusei Padre fue claro. No confundan su belleza con debilidad.

Bradley, que había estado pegado a la ventanilla observando el torbellino exterior, se giró. —¿Una chica? ¿De nuestra edad? ¿Y puede controlar a la gente? Joder.

—Exacto —dijo Brad—. Así que cuidado con lo que piensas a su alrededor, chico rápido. Quizás pueda... escucharte. O sentirte.

Bradley se puso ligeramente rígido, su inquietud habitual reemplazada por una nueva cautela.

—¿Cómo la encontramos? —preguntó Ryuusei—. Una persona en esta ciudad...

—Información básica sugiere que se mueve en zonas comerciales, lugares públicos de encuentro —respondió Ryuusei—. Cafeterías, centros comerciales, parques. Lugares donde puede interactuar con mucha gente... o simplemente observarla.

—Bien —dijo Brad, estirándose—. Bradley, parece que tu "pasatiempo" de observar gente en cámara lenta finalmente tendrá un uso productivo.

Bradley frunció el ceño, el comentario de Brad tocando una fibra sensible. Se quedó mirando la ventanilla de nuevo, su rostro reflejándose en el cristal sucio.

—No es solo un pasatiempo, ¿saben? —murmuró, su voz más baja. Habló rápido, como siempre, pero había una sombra de tristeza—. Es... es la única forma en que entiendo el mundo. Viéndolo a mi ritmo. Cuando todo va lento, puedo ver las cosas. Las pequeñas cosas. Cómo la gente reacciona de verdad. Cómo... cómo se miran cuando creen que nadie los ve. Cómo... cómo cambiaron mis padres.

Se interrumpió, la conversación volviéndose demasiado personal. Miró sus manos, moviéndolas nerviosamente.

—Ellos querían un hijo normal —continuó Bradley, con la mirada fija en sus dedos—. Antes de que... antes de que esto pasara. O después. No sé cuándo empezó. Nunca fui... lo que esperaban. Siempre demasiado... mucho. Demasiado rápido. Distraído. Ruidoso. Creo que por mí... se separaron. O eso pensaba mi madre. Mi padre... él nunca dijo mucho. Pero podías verlo en sus ojos. La decepción. La gente normal no... no hace lo que yo hago. No ve lo que yo veo. Ellos querían normalidad. Y yo... yo soy lo opuesto.

Una punzada de tristeza genuina se filtró en su voz, un contraste doloroso con su habitual cinismo y energía. Vivía solo, sí, pero la razón detrás de esa soledad, la creencia de que su propia existencia había roto a su familia, pesaba sobre él.

Ryuusei escuchó en silencio, su mirada en el rostro del adolescente. Brad se mantuvo extrañamente callado por un momento, el comentario sarcástico atascado en su garganta. El tono "crudo y tranquilo" del viaje se acentuó en ese instante de vulnerabilidad.

—No eres la causa de los problemas de los demás, Bradley —dijo Ryuusei finalmente, su voz suave pero firme—. Eres tú mismo. Y tus habilidades no son una enfermedad. Son poder. Y la normalidad... es solo una ilusión para la mayoría.

Bradley no respondió, pero pareció absorber las palabras. La conversación personal terminó, pero la sombra de su tristeza permaneció.

Pasaron el resto del día y parte del siguiente implementando su estrategia de búsqueda. Ryuusei utilizaba sus sentidos en áreas clave, buscando la firma de energía peculiar que pudiera indicar la presencia de Kaira o el uso reciente de su poder. Bradley, a supervelocidad, recorría calles, centros comerciales y parques, sus ojos escaneando rostros, buscando a alguien que encajara con la descripción física, o quizás, con esa cualidad de "despreocupación ordenada" que Ryuusei había mencionado. Brad, a pie o en transporte público, observaba la interacción humana a un ritmo normal, buscando patrones extraños, gente actuando de forma inusual.

Era como buscar una aguja en un pajar en medio de un huracán. Bangkok era vasta, y Kaira, si era tan sutil como sugería su poder, podría ser cualquier persona en cualquier lugar.

Fue Brad, irónicamente, quien tuvo el primer indicio sólido. Estaba pasando por una calle concurrida, llena de tiendas y pequeñas cafeterías al aire libre. Vio una cafetería que parecía un Starbucks local, con mesas fuera y mucha gente. Y entonces la vio.

Sentada en una mesa afuera, sola, tomando un café helado. Una chica. Joven. Muy bella. Vestida con ropa sencilla pero cuidada, con una calma que destacaba en el bullicio. Su postura era relajada, casi indolente, una "despreocupación ordenada" personificada. Parecía completamente ajena al caos a su alrededor, como si estuviera en su propio mundo.

Brad se detuvo, sintiendo algo. No era una energía obvia como la de Arkadi o Sylvan, pero había una... quietud en su presencia, una extraña ausencia de la tensión normal que Brad sentía en la gente. Era la calma en el centro de una tormenta.

Sacó un pequeño comunicador y habló en voz baja a Ryuusei. —Creo que la encontré. esta en al cafetería Le Petit Chocolat . Chica joven, encaja con la descripción. Sola. Sentada fuera.

Ryuusei y Bradley llegaron rápidamente. Bradley se movió a supervelocidad, apareciendo y desapareciendo para echar un vistazo rápido antes de que alguien pudiera reaccionar. Cuando regresó junto a Ryuusei y Brad, su rostro era una mezcla de asombro y esa familiar torpeza.

—Es... es ella —murmuró Bradley, sus ojos fijos en Kaira a través de la multitud—. Es... wow.

Ryuusei la observó desde la distancia. Sentía una energía sutil a su alrededor, algo que no podía identificar del todo, pero que resonaba con la descripción de su poder. Era... persuasión. Control.

—Bien —dijo Ryuusei, su tono serio—. El primer contacto es crucial. No la asustemos. Nos acercaremos de forma no amenazante. Brad, tú primero. Yo iré detrás. Bradley, mantente a distancia, listo para moverte si algo sale mal.

Brad asintió. Ryuusei ajustó su abrigo. Bradley intentó parecer menos... obnubilado.

Brad comenzó a caminar hacia la cafetería, adoptando una postura casual. Ryuusei lo siguió a unos pasos de distancia, su mirada atenta a Kaira y a la gente a su alrededor. Bradley se mantuvo al otro lado de la calle, intentando no moverse bruscamente, sus ojos fijos en la chica.

Kaira, sentada sola en su mesa, levantó la vista. Sus ojos encontraron a Brad. Luego a Ryuusei. Luego detectaron la figura nerviosa y demasiado inmóvil de Bradley al otro lado de la calle. Una tensión sutil apareció en su rostro, una chispa de alarma que contrastaba con su calma anterior. Su mirada recorrió sus caras, su lenguaje corporal. Tres hombres. Observándola. Acercándose.

Sintió una punzada de pánico. Esto no era una interacción normal. Esto era... acoso. O algo peor.

No dudó. No gritó. No corrió. Su poder se activó instintivamente, una respuesta automática a la percepción de peligro.

Ryuusei la vio enfocar su mirada. No en ellos, sino en la gente a su alrededor. En los clientes sentados cerca. En un policía que patrullaba la calle a pocos metros. Una energía invisible se extendió desde ella, una ola de influencia sutil pero poderosa.

El policía, que caminaba tranquilamente, se detuvo bruscamente. Su mirada se volvió vacía, vidriosa. Giró sobre sus talones y se dirigió hacia Ryuusei y Brad con pasos rígidos y decididos. Dos clientes sentados cerca de Kaira dejaron caer sus conversaciones a mitad de frase, sus cabezas se giraron al unísono, sus ojos se fijaron en el equipo con una hostilidad silenciosa y perturbadora.

—Quietos —dijo Kaira, su voz tranquila, casi inaudible por el ruido de la calle, pero que resonó en las mentes de las personas controladas—. Ellos son una amenaza. Deténganlos.

El policía y los clientes controlados aceleraron el paso, convirtiéndose en marionetas rígidas y amenazantes dirigidas por la voluntad de Kaira. Se interpusieron entre Kaira y el equipo de Ryuusei.

La mirada de Kaira, antes despreocupada, ahora era fría y calculadora. Observaba al equipo, usando a las personas a su alrededor como escudos y armas improvisadas.

Ryuusei se detuvo, levantando una mano. Brad se puso tenso a su lado. Bradley, al otro lado de la calle, se congeló al ver a la chica que le gustaba usar a la gente de esa manera.

La búsqueda había terminado. El encuentro había comenzado. Y Kaira Thompson había respondido a la aproximación con la manifestación innegable de su poder. Estaban en un enfrentamiento con las marionetas vivientes de una adolescente que no confiaba en ellos. Y convencerla de unirse... sería mucho más difícil de lo que pensaban. El capítulo del café y el control acababa de abrirse.

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